Por Mark Boslough
Skeptical Inquirer, Volumen 34, Nro. 3 - Mayo/Junio 2010
Siendo un estudiante graduado en 1980, me interesaban los impactos que habían causado cráteres.
Recién había terminado de leer la novela Lucifer’s Hammer, acerca de una catástrofe causada por un
cometa, cuando Luis Alvarez, el famoso físico del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, vino a
Caltech para presentar un coloquio sobre la hipótesis de los asteroides. Tenía mucho sentido. ¿Qué otra
cosa sino un impacto podría causar una catástrofe climática global y la extinción masiva?
Muchos años después, leí un artículo en el que aparecía Wallace Broecker, el científico de la
Universidad de Columbia con ideas revolucionarias sobre el catastrófico cambio climático causado por
abruptas disminuciones en la circulación oceánica. Yo estaba fascinado por su idea de que el rápido
comienzo del frío período llamado Younger Dryas (en castellano Dryas Reciente) podría haber sido
causado por el colapso de una “dique” de hielo y una inundación de agua dulce en el Atlántico Norte
que interrumpió la Corriente del Golfo, deteniendo el flujo de calor tropical hacia los continentes del
norte, precipitándolos hacia condiciones que regían en la era glacial. Mostró que podría haber otras
causas de catástrofes globales que no incluyeran a los impactos de asteroides.
Me alegré cuando Broecker aceptó hacer la presentación de apertura de la reunión de la Unión
Geofísica Americana (AGU), evento que ayudé a organizar, pero me sorprendí al saber que había
abandonado su famosa hipótesis sobre la causa del Younger Dryas. Comenzó su presentación
recordándole a todos que él solía sostener que el período había sido originado por el flujo proveniente
del Lago Agassiz, de la era glacial, pero cuando sobrevoló la ruta que las crecientes deberían haber
seguido, no vio ninguna evidencia geomórfica de inundación. ¡Había cambiado de opinión!
Sus principales objeciones a la hipótesis de los impactos eran similares a las que sostenía respecto
de la inundación, la cual él mismo había apoyado firmemente como explicación: falta de evidencia
y también que el Younger Dryas no tenía una causa única. Los cambios abruptos del clima, tanto el
calentamiento como el enfriamiento, habían ocurrido muchas veces, y Broecker alega que el sistema
climático es inherentemente inestable. ¿Por qué una larga secuencia de cambios solo tuvo un evento
disparador tan improbable y catastrófico —sean impactos o inundaciones— cuando el sistema
climático ha cambiado reiteradas veces por sí mismo?
En su discurso de 1987, en el CSICOP (actualmente CSI, Comité para la Investigación Escéptica),
Carl Sagan dijo: “En ciencia pasa a menudo que los científicos dicen ‘Sabes, realmente es un buen
argumento; mi posición está equivocada’ y entonces cambian sus puntos de vista y opiniones y nunca
vuelves a escuchar sus viejas ideas de nuevo... No recuerdo la última vez que algo similar ocurrió en
política o en religión”.
La estima que los científicos tenían por Broecker no disminuyó cuando cambió de opinión. Los que
postulan la hipótesis del impacto como causa del Younger Dryas harían bien en seguir su ejemplo.
N. del T.: se recomienda ver el link asociado a Younger Dryas para tener más información sobre lo
que trata la nota.
Mark Boslough fue co-organizador de la reunión de la AGU sobre el Younger Dryas en diciembre de
2009. Es físico en los Laboratorios Nacionales Sandia y profesor adjunto de la Universidad de Nuevo
México.
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